La histórica movilización del 8N tomó el Obelisco y pinchó la burbuja del relato en
la que se mecían los kirchneristas. La presidenta necesita de manera urgente
salir de su zona de confort: tiene que designar gente idónea en el gabinete, que
ignore la pavada revolucionaria y trabaje sobre las demandas sin respuesta. Las
fantasías eternas se evaporaron junto con la vanidad de creerse fundacional.
Ahora queda el fantástico desafío de ponerse a laburar.
Luego, cita una reflexión (?) de Ignacio Fidanza indicando:(Los agregados en rojo son mís preguntas.)
Es una revolución extraña la que sueñan los Unidos y Organizados. Mientras ellos
acarrean a fuerza de aparato y contratos públicos a unos miles, las calles se
les llenan de las manifestaciones populares más grandes y espontáneas que se
recuerden en democracia.
Son ¿Manifestaciones espontáneas?
Curiosa inversión de deseos y realidad. Los revolucionarios sin gente -o con poca gente- y las mayorías movilizadas sin líderes visibles y con una agenda que interpela y contradice a la pretendida vanguardia.
¿Mayorías? ¿Sin líderes VISIBLES? ¡Ah, son hechas por los operadores por Facebook!
La Presidenta agravó este año una serie de equivocadas decisiones estratégicas que ayer le presentaron todas las facturas acumuladas. Se embarcó de la mano de La Cámpora en un incomprensible proceso de radicalización que concluyó con Unidos y Organizados, en esa foto de profundo aislamiento político que representó la imagen "épocas" de Larroque, D´Elía, Pérsico y Milagros Sala, como etapa superior del kirchnerismo.
¿Aislamiento político? ¿De quienes? ¿De USA y la UE? ¡¡Andá K gar!!
Convirtió así su merecido liderazgo de un movimiento de mayorías pragmático y popular como el peronismo, en la conducción de un marginal nucleamiento pretendidamente de izquierdas, que para mayor confusión se cree estar protagonizando una revolución, medio a la bartola, pero revolución al fin. Se aisló así la presidenta, acaso el peor pecado que puede cometer un líder.
Va mejorando cuando dice: "merecido liderazgo" y "revolución al fin".
Todavía está a tiempo de corregir, pero las oportunidades perdidas no son gratis. En el camino de su largo viaje a la noche revolucionaria los kirchneristas acaso hayan sacrificado su más profundo programa político: una reforma constitucional que habilitara la continuidad de Cristina en el poder.
¿Como va a sacrificar "su más profundo programa político", si -según ustedes NUNCA tuvo un programa?
En la puta vida, ¿entendés? ¡en la puta vida, dijo Cristina que quería otro mandato! Eso se los dicta su propio cagazo.
Se manejaron con torpeza, agredieron en lugar de seducir y ofendieron a la sociedad planteando una agenda que apuntaba a su ombligo en vez de centrarse en las angustias de aquellos a los que necesitaban sumar.
¿Sumar a La Sociedad Rural, los monopolios y el Grupo Clarín?
El desenlace era obvio, el peronismo dio dos silenciosos pasos hacia atrás y los dejó hacer. Después de todo, la realidad tiene la mala costumbre de corregir con especial precisión a aquellos que la ignoran.
Hasta aquí llegué a leer, pero mi estómago no soporta esta sarta de falsedades.
Si usted, lector, quiere continuar será bajo su responsabilidad.
Solo me limité a difundirlo para su conocimiento.
El momento de cambiar
Los chinos suelen mencionar como una de las supremas virtudes el don de la ubicuidad, esa especial sensibilidad para entender el signo del momento, lo que se puede hacer y lo que se debe evitar en determinada época y lugar. Es decir, olfato político. Algo que faltó, y en grande, en el gobierno. Faltó antes, pero sobre todo después, del primer cacerolazo. Hubiera sido tan sencillo corregir, tirar algo de lastre. Pero no, se optó por profundizar el ensimismamiento.
Es extraño, pero no imposible, que algo así suceda en profesionales muy competitivos de la política como es Cristina. El poder aísla y el poder concentrado aísla aún más. No es un secreto que un coro permanente de obsecuentes, finalmente logra penetrar hasta el corazoncito de los más templados. Después de todo, ¿a quién no le gustan los halagos? Pero estando en el poder, el riesgo y las consecuencias de dejarse arrumar por ese murmullo de auto complacencia, es demasiado alto.
Llegó entonces la hora de cambiar. De ponerse a trabajar en serio. De llamar a las cosas por su nombre: inflación, déficit, ausencia de inversiones, reapertura del problema de la deuda, inseguridad, corrupción, Oyarbide, calapso del transporte, obra pública semi paralizada, corralito del dólar, conflicto desbordado y contraproducente con el periodismo no oficialista.
Son problemas serios que requieren de gente seria. Es decir o Cristina cambia el gabinete o los deja gestionar; o un poco y un poco. Hay muy buenos funcionarios en este gobierno, que tienen las manos atadas. Aunque acaso sea tarde incluso para ellos. Llevan tanto tiempo asustados, resignados, más pendientes del humor de la presidenta que de sus saberes y convicciones, tanto tiempo sin atreverse a mantener con su lider una honesta discusión politica, que acaso ya no sirvan para encarnar el cambio que requiere la hora.
El tiempo de los obsecuentes parece haber terminado. Es decir, por supuesto que la presidenta puede optar por evitar todo cambio, apelando al siempre listo argumento de que bajo presión no se hacen los cambios. Y como la Argentina vive bajo presión, estos nunca llegan.
Pero tome la decisión que tome, lo que es evidente es que su equipo y su estilo de conducción están siendo disfuncionales para abordar la agenda de hoy. Porque se trata de eso, del infinito presente, que se impone desconsiderado, entre el recuerdo de la epoca de gloria del kirchnerismo y los sueños de ese mañana de redención que los encontrara en el Olimpo de los revolucionarios, junto al Che y Evita. Se trata de lo que irrumpió con la fuerza de lo largamente ignorado, en una noche de jueves.
Son ¿Manifestaciones espontáneas?
Curiosa inversión de deseos y realidad. Los revolucionarios sin gente -o con poca gente- y las mayorías movilizadas sin líderes visibles y con una agenda que interpela y contradice a la pretendida vanguardia.
¿Mayorías? ¿Sin líderes VISIBLES? ¡Ah, son hechas por los operadores por Facebook!
La Presidenta agravó este año una serie de equivocadas decisiones estratégicas que ayer le presentaron todas las facturas acumuladas. Se embarcó de la mano de La Cámpora en un incomprensible proceso de radicalización que concluyó con Unidos y Organizados, en esa foto de profundo aislamiento político que representó la imagen "épocas" de Larroque, D´Elía, Pérsico y Milagros Sala, como etapa superior del kirchnerismo.
¿Aislamiento político? ¿De quienes? ¿De USA y la UE? ¡¡Andá K gar!!
Convirtió así su merecido liderazgo de un movimiento de mayorías pragmático y popular como el peronismo, en la conducción de un marginal nucleamiento pretendidamente de izquierdas, que para mayor confusión se cree estar protagonizando una revolución, medio a la bartola, pero revolución al fin. Se aisló así la presidenta, acaso el peor pecado que puede cometer un líder.
Va mejorando cuando dice: "merecido liderazgo" y "revolución al fin".
Todavía está a tiempo de corregir, pero las oportunidades perdidas no son gratis. En el camino de su largo viaje a la noche revolucionaria los kirchneristas acaso hayan sacrificado su más profundo programa político: una reforma constitucional que habilitara la continuidad de Cristina en el poder.
¿Como va a sacrificar "su más profundo programa político", si -según ustedes NUNCA tuvo un programa?
En la puta vida, ¿entendés? ¡en la puta vida, dijo Cristina que quería otro mandato! Eso se los dicta su propio cagazo.
Se manejaron con torpeza, agredieron en lugar de seducir y ofendieron a la sociedad planteando una agenda que apuntaba a su ombligo en vez de centrarse en las angustias de aquellos a los que necesitaban sumar.
¿Sumar a La Sociedad Rural, los monopolios y el Grupo Clarín?
El desenlace era obvio, el peronismo dio dos silenciosos pasos hacia atrás y los dejó hacer. Después de todo, la realidad tiene la mala costumbre de corregir con especial precisión a aquellos que la ignoran.
Hasta aquí llegué a leer, pero mi estómago no soporta esta sarta de falsedades.
Si usted, lector, quiere continuar será bajo su responsabilidad.
Solo me limité a difundirlo para su conocimiento.
El momento de cambiar
Los chinos suelen mencionar como una de las supremas virtudes el don de la ubicuidad, esa especial sensibilidad para entender el signo del momento, lo que se puede hacer y lo que se debe evitar en determinada época y lugar. Es decir, olfato político. Algo que faltó, y en grande, en el gobierno. Faltó antes, pero sobre todo después, del primer cacerolazo. Hubiera sido tan sencillo corregir, tirar algo de lastre. Pero no, se optó por profundizar el ensimismamiento.
Es extraño, pero no imposible, que algo así suceda en profesionales muy competitivos de la política como es Cristina. El poder aísla y el poder concentrado aísla aún más. No es un secreto que un coro permanente de obsecuentes, finalmente logra penetrar hasta el corazoncito de los más templados. Después de todo, ¿a quién no le gustan los halagos? Pero estando en el poder, el riesgo y las consecuencias de dejarse arrumar por ese murmullo de auto complacencia, es demasiado alto.
Llegó entonces la hora de cambiar. De ponerse a trabajar en serio. De llamar a las cosas por su nombre: inflación, déficit, ausencia de inversiones, reapertura del problema de la deuda, inseguridad, corrupción, Oyarbide, calapso del transporte, obra pública semi paralizada, corralito del dólar, conflicto desbordado y contraproducente con el periodismo no oficialista.
Son problemas serios que requieren de gente seria. Es decir o Cristina cambia el gabinete o los deja gestionar; o un poco y un poco. Hay muy buenos funcionarios en este gobierno, que tienen las manos atadas. Aunque acaso sea tarde incluso para ellos. Llevan tanto tiempo asustados, resignados, más pendientes del humor de la presidenta que de sus saberes y convicciones, tanto tiempo sin atreverse a mantener con su lider una honesta discusión politica, que acaso ya no sirvan para encarnar el cambio que requiere la hora.
El tiempo de los obsecuentes parece haber terminado. Es decir, por supuesto que la presidenta puede optar por evitar todo cambio, apelando al siempre listo argumento de que bajo presión no se hacen los cambios. Y como la Argentina vive bajo presión, estos nunca llegan.
Pero tome la decisión que tome, lo que es evidente es que su equipo y su estilo de conducción están siendo disfuncionales para abordar la agenda de hoy. Porque se trata de eso, del infinito presente, que se impone desconsiderado, entre el recuerdo de la epoca de gloria del kirchnerismo y los sueños de ese mañana de redención que los encontrara en el Olimpo de los revolucionarios, junto al Che y Evita. Se trata de lo que irrumpió con la fuerza de lo largamente ignorado, en una noche de jueves.
2 comentarios:
El panfleto tiene un olor a mierda que voltea,ahora no se si la cacona es de larrata,nelsoncastro,vanderkoy,o algún cipayo metió en la licuadora la fecalidad de los tres(o mas)y subió la pestilencia a la red.
¿No lo recibió, Moscón?
¡Jódase!
Eso le pasa por declararse ultra K.
En mi caso, como menciono NO SER Kirchnerista, losbo_ludos (lectores de zócalos de TN) caen como moscas (Ojo: no hay alusiones a los Moscones eh. Jajaja).
Un abrazo.
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