miércoles, 28 de abril de 2010

Humor: ¡Que boquita, eh!

VISITA DE LA INSPECTORA

Una inspectora escolar llega de visita oficial a una escuela. Luego de saludar a la Directora, se dirige a un aula elegida al azar y la Directora la presenta a la maestra.

La inspectora decide hacer algunas preguntas a los alumnos para evaluar el nivel de aprendizaje. A continuación van las preguntas y las respuestas:

- ¿Que es un diptongo?
Todas las manos se levantan. Elige una.
- 'Son dos vocales incluidas en una sílaba y a veces hay que romperlo para que no suene para la mierda...'

Sorprendida, la inspectora dice:
- Bien. Y a ver... ¿Qué son dos rectas paralelas?
Nuevamente todas las manos se levantan, y la rubia de trencitas elegida dice:
- Son dos rectas que no se tocan ni por puta.

Ya molesta, la inspectora dice:
- Bien... ejem... ¿Qué es la multiplicación?
Responde otro alumno:
- Es un procedimiento para evitar tener que estar sumando al pedo.

La inspectora se aparta con la maestra y le dice:
- 'Se vé que los chicos saben, tienen gran entusiasmo y están motivados. ¡Pero es una pena que usen un lenguaje tan grosero...!'

Y la maestra le contesta:
- '¡Y mire que me rompo el culo para encauzar a estos pelotudos, pero después me hacen quedar como el orto!'
Sin duda, los alumnos, son reflejo de sus maestros.

lunes, 26 de abril de 2010

Humor: Preguntas obvias, respuestas acordes.

Cuando nos hacen preguntas obvias, ¡tolerancia cero!

Cuando te ven acostado, con los ojos cerrados en tu cama, con la luz apagada y te preguntan:

- ¿Estás durmiendo?
- ¡NO, ME ESTOY ENTRENANDO PARA MORIR!

Cuando llevamos un aparato electrónico para reparar y preguntan:

- Esta con algún problema?
- NO, EL APARATO ESTABA CANSADO DE ESTAR EN CASA Y LO SAQUÉ A PASEAR UN RATO.

Cuando está lloviendo y se dan cuenta que vas a salir en medio del agua y preguntan:

- ¿Vas a salir con ésta lluvia?
- NO, VOY A SALIR EN LA PRÓXIMA.

Cuando terminás de levantarte y vienen a preguntarte:

- ¿Te despertaste?
- NO. ¡SOY SONÁMBULO!

Tu amigo te llama a tu casa y pregunta:

- ¿Donde estás?
- ¡EN EL POLO NORTE! ¡UN TORNADO ME LLEVÓ LA CASA PARA ALLÁ!

Terminás de tomar un baño y no falta quien te diga:

- Te bañaste?
- NO, ESTOY HACIENDO CAZA SUBMARINA EN EL INODORO.

Estás frente al ascensor de tu casa, con una caja que te dobla por el peso, colorado como huevo de ciclista, llega uno y te pregunta:

- ¿Vas a subir?
- NO, NO, ESTOY ESPERANDO QUE BAJE EL DEPARTAMENTO.

El hombre llega a la casa de su novia con un fabuloso ramo de flores y ella le dice:

- ¿Flores?
- NO, NO... SON ZANAHORIAS! (¡LA PUTA MADRE!)

Estás en el baño cuando alguien golpea la puerta y pregunta:

- ¿¿¿Hay alguien???
- NO... SOY EL SORETE, QUE APRENDIÓ A HABLAR.

Un tipo entrando en una veterinaria.

- Tiene veneno para ratas?
- Tenemos, ¿va a llevar? - le preguntan.
- NO, VOY A TRAER A LOS RATONES PARA QUE COMAN ACÁ.

Un tipo agarra una lapicera y un talonario de cheques.

- ¿Va a pagar con cheque?
- NO, VOY A ESCRIBIR UN POEMA EN ESTA HOJITA.

Caña de pescar en la mano, línea en el agua, sentado.

- ¿Aqui se pesca?
- NO, NO. ACÁ HAY VIZCACHAS, PELUDOS, LIEBRES Y PERDICES. LOS PESCADOS ACOSTUMBRAN SALIR AL MONTE.

jueves, 15 de abril de 2010

La guerra explicada a los niños

por Hernán Casciari

A raíz de una espantosa confusión (que involucra un casete de chistes verdes de Jorge Corona colocado en el sitio incorrecto) mi hija de cinco años cree que el vocablo "guerra" es una mala palabra.

Desde entonces se interesa mucho por el asunto, creyéndolo clandestino. Cuando se siente rebelde, va por la calle gritando caca, culo, guerra, pis, etcétera, y, por supuesto, pone atención a los noticieros cuando enfocan el Medio Oriente.

Si me pregunta sobre la guerra, yo le explico lo básico: que es una pelea entre pueblos, que se llega a ese punto cuando es inevitable otra solución, que nadie gana, que mueren muchos inocentes, y otro montón de tópicos que se me ocurren en el momento. Es complicadísimo explicarle esas cuestiones a una criatura: preferiría mil veces que se interesara por el sexo o los logaritmos, que son otros dos asuntos de los que entiendo poco. Pero no: mi hija siente curiosidad por la guerra.

Esta semana resultó especialmente ardua porque Estados Unidos y Rusia firmaron un tratado de paz en Praga; la noticia apareció en la televisión todo el día y me dejó sin argumentos para mi hija. Ella, como es lógico, me hizo muchas preguntas al respecto. Y no supe responder ninguna con certeza. Le dije que Estados Unidos prometió a varios países peligrosos que, si se deshacen de su armamento nuclear, les ofrece una oferta increíble. La oferta es la siguiente: si un día estos países peligrosos atacan a Estados Unidos con armas convencionales, ellos, Estados Unidos, responderán el ataque con armas convencionales.

Entendió poco mi hija. La verdad, yo también. ¿No es la guerra un conflicto en el que, a causa de la ira, vale todo? ¿No es la guerra, en realidad, el síntoma final de la iracundia, de la exasperación y de la necedad? Me resulta extraño que dos potenciales combatientes (dos ideas irreconciliables, dos mundos distintos) se sienten a definir el estatuto futuro de la barbarie. Un presidente le estira una birome a otro presidente y le dice:

—Si ustedes eliminan las armas nucleares y después nos atacan con armas químicas, nosotros prometemos responder solamente con ojivas teledirigidas.

Y el otro firma el papel, se dan la mano, y sale cada uno para su país, a festejar la firma del nuevo reglamento. Y después los periodistas informan que se ha efectuado un tratado de paz, o una componenda sobre el desarme.

¡Es complicado explicarle eso a una hija pequeña, sobre todo cuando antes se le ha dicho que la guerra es un instante de desenfreno y de calentura! ¿Dónde está la incontinencia, si los protagonistas del conflicto pactan el número límite de ojivas que pueden poner en sus fronteras? ¿Dónde la desesperación, si los actores de la guerra usan frases como "en caso de violarse ese balance en detrimento de un país, éste estará en el derecho de abandonar el proceso de desarme"? ¡Parece una tarjeta del TEG, parece que estuvieran jugando!

No. No sé explicarle la guerra a mi hija. Pero encontré, esta semana, un modo de explicarle la paz. Ojalá a ustedes les sirva también para sus hijos pequeños. Es así: ´Paz´, femenino, dícese de los quince minutos de descanso en donde los enemigos ajustan los detalles para el próximo conflicto.

Fuente: <=Clic

lunes, 5 de abril de 2010

Ejercicio para el cerebro

¿Sufres de olvidos?

¡Yo ya ni me acuerdo si los sufro!

- ¿Cómo se llama esa película en la que sale esa artista que es guapísima, muy linda?... ¡Sí, hombre!, la alta, de pelo chino, que salió alguna vez con este actor maravilloso que se llama..., que salió en una obra de teatro muy famosa. ¿Ya sabes cuál digo, no?
Así comenzamos:
A partir de los treinta años, por lo general, empiezas a notar que tienes pequeños olvidos:
  • ¿Cómo se llama este hombre? Lo conozco muy bien.

  • ¿A qué hora era la cita, a las 5:00 ó 5:30?

  • ¿Cómo me dijeron que funcionaba esto?

  • Mis llaves, ¿dónde las dejé?

  • ¿En qué sitio estacioné?

¡Pero nada! Como cuando exclamamos ¡Me robaron el coche! , sin darnos cuenta de que salimos por la puerta equivocada del centro comercial.

Aunque estos pequeños olvidos no afectan nuestra vida, nos producen ansiedad.
Con terror, pensamos que el cerebro empieza a convertirse en gelatina y nos preocupa quedar como la tía Anastasia , que recuerda con lujo de detalle todo acerca de su niñez en Morelia, pero no puede acordarse de lo qué hizo ayer o esta misma mañana.
Si esto te suena familiar, no te preocupes.
Existen muchos mitos en los que las personas equivocadamente relacionamos la edad con la falta de memoria.

Está comprobado que:
La pérdida de memoria de corto plazo no se debe a la edad o a que las neuronas se mueran y no se regeneren, sino a la reducción del número de conexiones entre sí de las neuronas o dentritas (ramas de las neuronas).
Esto sucede por una sencilla razón: falta de uso.
Es muy sencillo, así como se atrofia un músculo sin uso, las dentritas también se atrofian si no se conectan con frecuencia, y la habilidad del cerebro para meter nueva información se reduce.
El ejercicio ayuda mucho a alertar la mente; también hay vitaminas y medicinas que aumentan y fortalecen la memoria, sin embargo, nada como hacer que nuestro cerebro fabrique su propio alimento: Las neurotrofinas.
Las neurotrofinas son moléculas que producen y secretan las células nerviosas, y actúan como alimento para mantenerse saludables.
Cuanto más activas estén las células del cerebro, más cantidad de neurotrofinas producen y esto genera más conexiones entre las distintas áreas del cerebro.


¿Qué podemos hacer?
Lo que necesitamos es hacer ejercicio con las neuronas:
  • estirarlas,
  • sorprenderlas,
  • sacarlas de su rutina,
  • presentarles novedades inesperadas y divertidas a través de las emociones, del olfato, la vista, el tacto, el gusto y el oído.

¿El resultado? El cerebro se vuelve más flexible, más ágil , y su capacidad de memoria aumenta.


Probablemente pienses: Yo leo, trabajo, hago ejercicio y mil cosas más durante el día, así que mi mente debe estar muy estimulada.
La verdad es que la vida de la mayoría de nosotros se lleva a cabo dentro de una serie de rutinas.
Piensa en un día o semana común y corriente:
¿Qué tan diferente es tu rutina de la mañana, tu ruta hacia el trabajo, la hora en la que comes o regresas a la casa? ¿El tiempo que pasas en el coche? ¿El tiempo y los programas que ves en la televisión?
Las actividades rutinarias son inconscientes. Hacen que el cerebro funcione en automático y requieren un mínimo de energía. Las experiencias pasan por las mismas carreteras neuronales ya formadas.
No hay producción de neurotrofinas.
Algunos ejercicios para incrementar la producción de neurotrofinas.
  • Lee libros de ficción o novelas e imagínate el escenario. Las películas son rutinas que dan todo servido y limitan la fantasía.

  • Escribe correos personales (no reenvíos) con tus contactos, y comentarios en los blogs que visites.
  • Intenta ducharte con los ojos cerrados. Sólo con el tacto, localiza los grifos, busca el jabón, el shampoo o crema de afeitar. Verás cómo tus manos notarán texturas que nunca habías percibido.
  • Utiliza la mano NO dominante. Come, escribe, abre la pasta, lávate los dientes, abre el cajón con la mano que más trabajo te cueste usar.
  • Cambia tus rutas toma diferentes caminos para ir al trabajo o a tu casa.
  • Modifica tu rutina. Haz cosas diferentes. Sal, conoce y conversa con personas de diferentes edades, trabajos e ideologías.
  • Mejora la ubicación de algunas cosas. Al saber dónde está todo, el cerebro ya construyó un mapa. Cambia, por ejemplo el lugar del bote de la basura; verás la cantidad de veces que arrojas el papel al viejo lugar.
  • Aprende una habilidad. Cualquier cosa; puede ser fotografía, cocina, yoga, estudia un nuevo idioma. Si te gusta armar rompecabezas o coches tápate un ojo para que pierdas la percepción de la profundidad, por lo que el cerebro tendrá que confiar en otras vías.
  • Identifica objetos como monedas. Pon en tu coche una taza con varias monedas diferentes y tenlas a la mano para que, mientras estás en el alto del semáforo, con los dedos trates de identificar la denominación de cada una.

  • ¿Por qué no abrimos la mente y probar estos ejercicios tan sencillos que, de acuerdo a los estudios, amplían nuestra memoria?
    Posiblemente, nunca más volveremos a preguntar:

  • ¿Dónde dejé mis llaves?

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