viernes, 7 de agosto de 2009

Consecuencias de votar mal

Hay que acabar con la prepotencia de políticos acomodaticios y oligarcas disfrazados de gaucho. Hay que acabar con el hambre obrera. Hay que acabar con el imperio del dinero sobre el esfuerzo de la producción.
No alcanza declamar la libertad. Hay que enfrentar a las corporaciones, sino volverá el silencio, la represión y el miedo.
No es suficiente levantar la bandera de justicia social desde el discurso. Hay que construirlo y hacer que permanezca.

Basta de ser extranjeros en nuestra propia tierra, ni que haya ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda.
Hay que decidir cuál de los dos proyectos queremos en Argentina. Vivir con distribución real de la riqueza; o profundizar el “todo para unos pocos y el resto excluido”.

Estamos viviendo una crisis de autoridad generada por algunos errores, funcionarios traidores y la prepotencia sojera que ocasionó desabastecimiento, subas de precios y graves daños al país.

Pero somos nosotros, el conjunto del pueblo, quienes debemos decidir cómo se construye el país. Hay dos dirigencias y dos posibilidades. Pero hay un solo pueblo.

Se tomaron decisiones desacertadas, hubo quienes actuaron irresponsablemente, hubo quienes procedieron con buena voluntad y hay quienes lo están haciendo de manera criminal.

Éste no es tiempo para improvisar ni para debilitarse en luchas internas. Hay demasiadas cosas por hacer para que se carezca de unidad, caso contrario no podremos enfrentar los problemas que generaron las últimas elecciones.

¿Quién va a gobernar en Argentina? ¿El poder mediático? ¿Las corporaciones? ¿Las multinacionales? ¿La Sociedad Rural?
La política que pretenden imponer, desde Palermo o Barrio Norte, es la del enriquecimiento desmesurado de un minúsculo grupo de parásitos.

Los terratenientes andan en 4x4, pero tienen a los peones en negro y con lo mínimo para sobrevivir.
No debemos dejar que estos "iluminados" vengan a explicarnos cómo se construye el país o que “todos somos el campo”. No debemos permitir que nos presionen las sectas de “nenes de papá”, ni de adivinos, ni de corporaciones, ni de oligarcas, ni políticos operando en las sombras; para decirnos lo que tenemos que hacer.
“Nadie es la patria. Todos lo somos”.

Si nos dejamos estar, sobrevendrá un caos económico, un desorden social y la escalada de la violencia. Quitarle caja al gobierno, vía impedimento de las retenciones a la exportación de materias primas, significa obligarlo a quitar subsidios a los insumos populares (como la luz o el gas).
El lock-out sojero generó desabastecimiento y suba de precios, y quienes más lo padecen, son los que menos tienen.

Si los argentinos no aprendimos; no debemos olvidarlo porque, sino, las desgracias volverán a repetirse, y por ese camino corremos el peligro de quedarnos sin país.

La violencia física, económica, social o política, es la que nos obliga a comenzar siempre de nuevo, la que destruye lo que apenas levantamos y nos fuerza a empezarlo otra vez.
¿Qué industria vamos a tener si exportamos la materia prima? ¿Que comerán los argentinos si nos dedicamos a la soja, en desmedro de la ganadería y la producción de trigo, maíz o girasol?

¿Qué educación vamos a tener si vemos a la derecha política (con Macri a la cabeza) que pretenden echar maestros y profesores, cerrar aulas y laboratorios, destruir una y otra vez en pocos días lo que tanto trabajo y tantos años cuesta levantar?
¿Cómo nos vamos a quedar inermes ante los intereses extranjeros que nos destruyeron una y otra vez?
Llegó la hora de hablar menos y hacer más.

Proponerse convencer tiene sentido si estamos dispuestos a que otros nos puedan convencer a nosotros. Proclamamos nuestras ideas no sólo porque nos parecen mejores, sino –y sobre todo– porque sabemos que constituyen el único método para que los argentinos nos pongamos a construir de una vez por todas nuestro futuro.

Y cuando denunciamos a quienes proponen perpetuar el país de unos pocos, sufrimos la censura* de grupos como Clarín y los fallos judiciales a favor de los poderosos.
¿Que clase de jueces tenemos? ¿Dictan sentencias justas o a favor del más fuerte?

No debemos soñar con soluciones mágicas e inmediatas, porque algunos confunden ser tolerantes con ser débiles. Gobernar es pactar; pactar no es ceder.

Se requiere mucha firmeza para impedir que vuelvan a triunfar los profetas de la prepotencia y del egoísmo. Después de los cortes de ruta en Entre Ríos y el voto "no positivo", debemos impedir que un pequeño grupo de iluminados, pretendan erigirse en salvadores de la patria, mandándonos y pretendiendo que obedezcamos sin chistar.

Nadie debe suponer que los responsable de estas tragedias, sean la masa de hombres y mujeres argentinos que votaron a los personeros del campo.

Por el contrario ellos, por su ignorancia política, serán las víctimas.

* N.de la R.: En reemplazo de QTPC, (Qué te pasa Clarín?), Claudio Díaz, un ex periodista que trabajó siete años en el diario de Ernestina Herrera de Noble, abrió otro blog: guotpasshornet

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