lunes, 31 de mayo de 2010

Los porqué del Bicentenario

Algunos motivos de la masividad del Bicentenario

Festejamos el Mundial ’78 y luego nos enteramos de lo que sucedía a nuestras espaldas.

Haber apoyado "al campo" y comprender, luego, que eran intereses ajenos al pueblo.

No vamos a decir que "estamos ganando". Pero andamos lejos de estar vencidos.


¿Otras razones?
¿Cuales?

jueves, 27 de mayo de 2010

¿Cuándo, Cristina, cuándo?

Leo y veo, la información en los medios, sobre la agenda que despliega y no le queda un solo minuto libre.
Se la vé tan frágil que no parece posible que desarrolle tantas actividades y con tal eficiencia.

Macri se muestra "podando árboles", mientras ella planta bosques.
Mientras otros dirigentes hacen gala de su verborragia con Grondona o Bonelli, ella aplica la postura de "Mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar".

Otros mandatarios (actuales y anteriores) solo cortan, o cortaron, cintas de inauguración en las obras -muchas veces no concluídas- mientras ella hace un seguimiento de toda la obra, asesora presidentes de la Unión Europea o enfrenta al FMI y Gran Bretaña por sus pretensiones colonizadoras.
Tengo la sensación que, tanto ella como su equipo de colaboradores, son lo mejor que tiene y tuvo el país, en muuuchos años.

La quisieron dormir* varias veces con los paros sojeros y los votos "no positivos" de la Resolución 125 y la Ley de Medios.

Dormida no está..., porque siempre se adelanta a cada jugada de los enemigos políticos.
¿Cuando descansa?
En cualquier momento, alguien dirá "Nestor cumple, Cristina dignifica".

Si esto sigue así, ¿me volveré Kirchnerista o, al menos, "choripanero"?


*Dormir: adj. En la jerga: ningunear, saltear, llevar por delante, ignorar, prepotear, insultar.

Textos relacionados:
Festejos del BICENTENARIO
¿Y qué es lo que tanto festejan los argentinos?

miércoles, 26 de mayo de 2010

El Cabildo hizo historia

Por Facundo García


La Plaza de Mayo es un buen termómetro para medir los momentos del país, y el Cabildo concentró toda la temperatura del presente argentino en una noche que lo tuvo entre sus sitios fundamentales. El edificio más emblemático de los festejos por el Bicentenario lució colorido como nunca, sin fallas que empañaran la alegría. Sobre sus muros se proyectaron animaciones de un despliegue y calidad similar a las que se habían mostrado en el Teatro Colón el día lunes; pero la gran diferencia estuvo en el contenido político del mensaje y, sobre todo, en la alta participación de los que eligieron esa explanada tan rica en recuerdos para celebrar el nacimiento de la patria.

Nadie se atrevía a moverse mucho, porque entre la masiva algarabía el simple acto de caminar adquirió status de quimera. Evita, Perón, el Che, Discépolo: las banderas daban la pista de quiénes eran los que habían tolerado varias cuadras de caminata entre apretujones para fundirse por un rato en el acontecimiento. Ese deseo de participar en un hito histórico se traslucía en algunas remeras que llevaban leyendas del estilo “yo estuve ahí”; y también en el tono que adquirían las conversaciones. Quien parara la oreja descubría que niños, jóvenes, adultos y viejos conversaban de sus vidas en clave nacional, aunque acabaran de conocerse. Por entre el murmullo flotaban reflexiones sobre asuntos colectivos, errores recientes y opciones de futuro. A minutos de que se largara el show, Micaela, una nena de once años, le preguntaba a su mamá quién fue Rosas, qué fue el Club del Trueque y por qué cuando ella era chiquita existían los patacones. La madre se rió de la mezcolanza y de los ojos de plato que le ponía la chica. “Es que para ella, la historia es casi todo”, comentó.

Para desgracia de los que habían planeado hacer una fortuna vendiendo los “paraguas del veinticinco” que ilustraba el Anteojito, el atardecer del martes fue limpio y tibio, ideal para dar un paseo. Tal es así, que antes del inicio oficial de la película, la mirada de los espectadores no reconocía ejes únicos: cualquier rincón era una galería de tipos humanos, y la diversidad de orígenes alimentaba la curiosidad. Las fuentes –que se mantuvieron encendidas– interrumpían la aglomeración, aunque a pesar del amontonamiento se mantuvo un orden sorprendente. Hasta que a las 19.10 la música hizo que las banderas de las agrupaciones se bajaran y sobreviniera el silencio. Los muros del Cabildo habían sido cubiertos con unos paneles que optimizaban las condiciones para el video mapping, una técnica especialmente adecuada para ese tipo de eventos. De golpe, la construcción se convirtió de borde a borde en un antiguo mapa del Río de la Plata, en el que se desarrollaba la lucha contra los invasores ingleses y más tarde contra los españoles. Las alusiones a la gesta que comenzó en 1810 encendieron los aplausos, y la palabra revolución –tan vituperada– ocupó un espacio privilegiado en la escena.

A esa ovación siguió el silencio ante los retratos de algunos representantes de la generación del ’80. Ahí, delineadas sobre el frente, estaban la elegancia y las “campañas del desierto”, los sirvientes de a montones y la pretendida “identidad europea” de la perla austral. El primer centenario siguió en esa tónica, con hombres y mujeres de alta alcurnia ocupando –por obra de los proyectores– las ventanas del Cabildo, en tanto que una música simpática iba virando hacia las disonancias. Evidentemente, no todo andaba bien en aquel “granero del mundo”. Y luego el voto universal, y sobre el pucho Hipólito Yrigoyen, que como ocurriría minutos después con Alfonsín, recibió un homenaje respetuoso. Ver cómo la reacción ante el golpe de 1930 era unánime llenaba de esperanza a quien se hubiera despertado sensible.

Pero el ritmo de la jornada no dio treguas. Más que una recorrida narrativa, lo del Cabildo fue una sucesión de símbolos que resumían sentidos. Desde el fondo, como si viniera del Río de la Plata, brotó un cantito que hizo girar la cabeza a unos cuantos de los que estaban adelante. “Pe-rón/Pe-rón/Pe-rón”, voceaba la ola sonora. La consigna se extendió igual que un impulso eléctrico, y un collage que combinaba a Evita con palabras como “bienestar” e “YPF” quedó congelado por varios segundos en la fachada, para dar paso a postales del bombardeo del ’55. La sucesión de las décadas sonaba así, aplausos y silbatinas, con silencios de dolor entre ambas. En ese aspecto, lo de ayer en la plaza fue más abierto e “interactivo” que lo que se vio en el Colón. No hubo, por ejemplo, voces en off que intentaran cerrar las interpretaciones.

Los ’70, con su sucesión de figuras muertas y desaparecidas, elevaron todavía más la intensidad de sentimientos. Podrá decirse lo que se quiera del oficialismo, pero es difícil negar que haber ubicado los retratos del padre Mujica y de Rodolfo Walsh en medio del Cabildo, a la altura de los próceres, es una apuesta legible en clave progresista. El retrato del último golpe militar fue a fuego y sangre, y la respuesta de los presentes no se hizo esperar. Tras el ya clásico “Madres de la plaza/el pueblo las abraza” vinieron los insultos más creativos de la velada, dirigidos a Videla, Massera y Agosti. Acaso por eso fue que el surgimiento de Raúl Alfonsín en los muros trajo algo de aire antes de que le llegara el turno al menemato y al coletazo neoliberal de De la Rúa. Llegado este punto, llamó la atención que no se hiciera hincapié en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Aquellos días –que como cualquiera que participa en movimientos sociales sabe, se mantienen en la memoria del pueblo– parecieron licuarse en la interpretación de los dos siglos de Independencia.

Más que una sucesión de figuras individuales, la caracterización de la etapa democrática estuvo signada por la multiplicidad de protagonistas. Néstor Kirchner y Cristina Fernández se mezclaron con otros muchos retazos visuales ocupados por presidentes de la región. Poco después, el tapiz se hizo más complejo, y las caras ya no podían distinguirse. No habían perdido su contorno individual y a la vez formaban parte de una figura más amplia, metáfora de una democracia y un continente más plural.
Fuente: Página/12
Textos relacionados:

Bicentenario con una propuesta y un protagonista

Luis Bruschtein


Si el clima social fuera el descripto todos los días por los grandes medios, este 25 hubiera sido imposible. Y no porque los millones de personas que participaron fueran oficialistas u opositores, sino porque no eran caracúlicos ni mala onda. Es imposible adivinar por quién votó o votará esa muchedumbre, pero si fueran ciertas las sensaciones predominantes según los medios, esa gente no hubiera ido, o lo hubiera hecho con fastidio o se hubieran producido hechos de protesta, discusiones callejeras, alguna volanteada. Si alguien lo pensó o quiso hacerlo, evidentemente desistió. No había lugar para eso. La gente hubiera reaccionado mal.

El Gobierno no partidizó el Paseo del Bicentenario ni los recitales. Alguna bandera perdida en el océano de personas puso una nota mínima sin romper. Pero la carga ideológica estuvo en toda la conmemoración. La decisión de hacerlo participativo y en un paseo público, los desfiles de inmigrantes, de pueblos originarios, de pueblos latinoamericanos, los artistas populares de todo el continente, las frases que se pasaban desde el escenario, de Jauretche, Moreno, Belgrano, Evita, San Martín o el Che. Más los locales de las Madres y las Abuelas en pleno paseo o la nueva sala de luchadores latinoamericanos en la Rosada, y la propia presencia de los presidentes de los países de Sudamérica, los más progresivos, con excepción del chileno Sebastián Piñera. Todo eso dio forma por sí solo a una propuesta. Nadie podrá decir que este Bicentenario se conmemoró de forma burocrática.

Hubo mucha gente del interior y del Gran Buenos Aires. Y, en general, los más de a pie de la Capital. Desde el viernes hasta el martes, ya fuera en los recitales o recorriendo los stands, había una alegría sin aspavientos que se extendía por toda esa marea humana que seguramente tiene pensamientos políticos disímiles. Ayer, Constitución, Once y Retiro vomitaban contingentes de personas que llegaban con sus banderitas y, a la noche, todo el mundo quería que siguiera el 25, que no terminara, que nunca llegue el 26.

Los dos Tedéum famosos, la embestida de Macri contra el Gobierno y la consecuente ausencia de la Presidenta en el Colón o el Cobos no invitado a la cena, que fueron amplificados por los medios como preámbulo de la conmemoración, no hicieron mella. Por lo general, esos microclimas mediáticos crispados casi nunca pueden tener constatación inmediata. O sea, saber si lo que se dice que sucede, sucede en la realidad. Pero esta vez sí la hubo y fue un fracaso para los grandes medios. Lo que no hubo fue gente con los pelos parados despotricando con furia, o desaforados provocando peleas y largando exabruptos como se ha visto otras veces.

Un sector de la izquierda hizo su acto en la zona de Congreso. Prefirió no acercarse al Paseo del Bicentenario. Tampoco estuvieron los “partidarios del campo” o amigos de los represores que suelen juntarse todos en una mezcla extraña y explosiva a la que después muchos medios suelen mostrar como víctimas. Hubieran chocado con el ánimo de esa gran muchedumbre que fue la protagonista real de este Bicentenario. Millones de personas en la calle que asistieron a un modelo de país que se propuso y a una interpretación de la historia.

Allí hay tela para el debate, igual que en el desfile final, donde cada escena tuvo la carga simbólica de una atómica para un modelo y una versión del pasado que son exactamente contrapuestos. Y que además han sido los dominantes muchos años. Esa versión nunca hubiera soportado cuadros del Che, Sandino, Farabundo Martí, Evita, Zapata y Salvador Allende en la Rosada ni aun cuando hayan sido donados por los países donde nacieron esos luchadores. Es un viaje, como dicen los pibes. En esa galería hay símbolos poderosos que le pisan los callos a la derecha.

Fue un Bicentenario con una propuesta presentada con mucha calidad y sin estridencias. Y con una masa ciudadana de millones de personas que escucharon y propusieron también con respeto. Mañana será otro día.
Fuente: Página/12

Textos relacionados:

martes, 25 de mayo de 2010

Papel Prensa

Historia de un robo en la última dictadura militar.
Documento especial, con material de archivo del noticiero de la TV Pública.



Fuente: Canal 7
Textos relacionados:
Papel Prensa la Verdad

200 años

El 25 de Mayo de 1810 fueron apenas seiscientos vecinos concentrados frente al Cabildo. Suficientes por entonces para dar el primer paso por la independencia de la corona española. Doscientos años después, millones de personas están festejando aquel mojón de la revolución en una caravana incesante que confluye en el Paseo del Bicentenario.
“Nos han robado muchas veces la historia, la han falseado, que no nos vendan que todo lo que pasó fue mejor y que todo lo que hoy existe no vale”, dijo ayer la Presidente en su discurso del Centro Cultural del Bicentenario.
“Este Bicentenario lo están construyendo ustedes, es de ustedes, para ustedes y por ustedes”, y que los desfiles de los últimos días en la Avenida 9 de Julio constituyen una “celebración participativa, democrática y federal”.
Fuente: Página/12

lunes, 24 de mayo de 2010

Una tormenta empapó el Bicentenario

Por Nahuel Lag

La lluvia no empañó el despliegue de las delegaciones. Las más numerosas y coloridas fueron las de Bolivia y China. Desfilaron desde los descendientes de aquellos que llegaron hace un siglo hasta los que vienen de los países limítrofes.

Con caporales, con kimonos, con tiroleses, con túnicas blancas, con armaduras, con tambores, cada una de las 80 colectividades que volcaron sobre la 9 de Julio a unos 4 mil representantes de las naciones que conviven en la Argentina, enfrentaron a la lluvia y les dieron un día más de color a los festejos de los 200 años de la Revolución de Mayo. A pesar del mal tiempo, las personas que cantaron, bailaron, aplaudieron y se emocionaron en el Paseo del Bicentenario transformaron a la celebración en la más popular desde los actos por el retorno de la democracia. Los que tienen la sangre originaria, los que llegaron como esclavos, los que bajaron de los barcos, los que vinieron en avión, el crisol de razas que forma la gran colectividad argentina, estuvieron presentes ayer en el “Desfile de la Integración”, y la tonada latinoamericana fue la que fusionó a los espectadores.

La colectividad de los países árabes es la tercera en cantidad en la Argentina, pero de la A a la Z es la primera en aportar su cultura y costumbres al suelo del Bicentenario. Por eso, escoltando a la marplatense Guardia Nacional del Mar, la delegación de la danza del vientre abrió el “Desfile de la Integración” dispuesta a recorrer las seis cuadras del Paseo del Bicentenario para terminar abrazados al Obelisco. Con el cielo gris amenazador. Los alemanes y los armenios siguieron el orden del desfile sin mojarse sus trajes típicos.

La Pachamama fue la que abrió el cielo y trajo el agua sobre el asfalto. Para los más bajitos, que no alcanzaban a pasar la mirada entre la gente agolpada contra las vallas, la Pachamama volaba por el Paseo del Bicentenario. Para los más altos llegaba el desencanto al ver las cuatro ruedas que la hacían levitar. Sin embargo, Leonor y Juan, que hace diez años llegaron al país, desde su Cochabamba natal seguían “como en casa” la celebración de los caporales –hombreras y cascabeles para los hombres, vestidos de campana y gorras para las mujeres; explosión de colores para todos lados– que parecían agradecer a la lluvia por el carnaval. “Jallalla Argentina”, el saludo aymara, se escuchaba por segunda vez en la semana, la Whipala volvía a flamear sobre la 9 de Julio, después de la movilización de los pueblos originarios del jueves.

“De esto no me olvido más”, aseguró Silvia Pozzani, debajo de su paraguas y sosteniendo la bandera argentina, pero no se refería a la delegación italiana retrasada en el abecedario del desfile sino a la “felicidad por participar de una celebración de encuentro, debate y respeto”. Sobre Avenida de Mayo la descendencia quedaba de lado, todos pasaban por el puesto del Paseo donde se entregaban escarapelas gratis. Mónica no paraba de repartir la insignia patria, en forma de sticker, y volteaba los ojos y suspiraba cuando pensaba en las miles que ya había despachado. “¿Me das cinco?”, la apuró una chica.

De vuelta al desfile, una réplica inflable del Cristo Redentor de Río de Janeiro avanzaba junto a las bahianas de túnicas blancas o “mamá vieja” y el axé (fuerza vital) cortaba la lluvia, marcando la raíz de la religión colonizadora y su fusión con las raíces afroamericanas, presente en el país por los 34 mil brasileños que eligieron la alegría argentina y por los cerca de 2 millones de afrodescendientes argentinos. “Tudo bem. Termina o desfile e te ligo”, dijo, breve, un turista brasileño mientras seguía, entre charcos, al Cristo.

Mientras el monumento del cerro Corcovado avanzaba para ubicarse detrás del Obelisco, los búlgaros –son unos 40 mil descendientes en el país– también lucían su cultura y detrás de ellos, los coreanos. Desde el palco oficial, el canciller Jorge Taiana aplaudía junto a otros embajadores con las palmas rojas, por tanto despliegue, y frías gracias a una llovizna que no se detuvo.

Entonces, los colombianos llegaron para ponerle calor con cumbia y un poquito de café. “100 por ciento colombiano”, decía el poncho amarillo, azul y rojo de Willian, que seguía el desfile junto a su familia, radicada hace cinco años en el país. “Ya extraño poco, uno va echando raíces y se acostumbra al vivir de aquí, que es muy bonito”, aseguró el “pelado”, como le diría un amigo en su país.

Antes los chinos habían arremetido con sus dragones, en la delegación más nutrida, que provocó un comentario clásico desde el público: “Son muchos los chinos”. La llovizna empezaba a molestar, los paraguas de Mayo eran una tapa de Billiken y los Bomberos Voluntarios de La Boca montados en antiguas autobombas eran un mal presagio para el chaparrón que se venía. Después del desfile bombero, algunos friolentos conformes con la batalla de hachas y espadas recreados por los guerreros dinamarqueses, las castañuelas de los niños y niñas españoles y las polleras y gaitas escocesas empezaron a volver a casa.

Pero el desfile no había terminado: llegarían los kimonos japoneses, los exóticos atuendos nigerianos y los mariachis mexicanos. “Hay que aprovechar, ahorita, a festejar aquí. Pronto llega nuestro bicentenario”, adelantó Luis, un mexicano residente en la Argentina desde hace dos años, que no podrá estar en septiembre en tierra azteca. “¡Renato! Ahí va un equipo de nuestro álbum”, señaló un pequeño desde los hombros de su papá a su hermano, recordando su colección de figuritas con banderas: el desfile ya tenía el título de Mundial. Pero por si faltaba integración, la delegación de Uruguay salía, a pura murga, a demostrar cuánto se pueden parecer dos naciones más allá de las banderas.
Fuente: Página 12


N.de la R.: Muchos comentarios de asistentes, indicaban que la lluvia era motivada por la bendición desde el cielo.


Textos relacionados:
Otro día de festejos en la 9 de Julio

jueves, 20 de mayo de 2010

La máquina de impedir

Receta


Ingredientes:
1 Cobos traicionero.
1 Adolfo Rodriguez Saá defaulteano.
1 Solá sin sentido.
1 Pino Solanas sin rumbo.
1 Margarita Stolbizer desubicada.
1 Gerardo Morales agrandado.
1 De Narváez colorado y ventajero.
1 Macri garca y medio pelotudo.
1 Carrió pronosticadora anaranjada.
1 Ricardo Alfonsín inútil y desvergonzado.
1 Menem cornudo y añejado al sol.
1 Duhalde en las sombras.
1 Luis Juez gracioso e hijueputa.
1 Pizca de Hilda “Chiche” Duhalde.
1 Pizca de Reutemann.

Preparación:
Mezclar todos los ingredientes hasta obtener una pasta no homogenea, y generar un "marmolado" (o cara de piedra) de cada uno de los componentes.
Untar, con bastantes mañas, un molde Congreso, colocar la preparación en su interior y esperar hasta que se observen síntomas de incompatibilidad.


Textos relacionados:
Una oposición prendida con alfileres
Congreso: oposición intentará derogar esta tarde los tarifazos de luz y gas
Día clave en el Congreso: oposición busca ganarle 2 a 1 al Gobierno
Frente a una oposición endeble, el kirchnerismo logró paralizar al Congreso

miércoles, 19 de mayo de 2010

678 - 13/5/10

Como en infinidad de programas de TV de todo el mundo, que se ocupan de la vida y obra de otras figuras de la pantalla, el de 678 es similar.
Su diferencia radica en que los periodistas se ocupan de la información y como nos la cuentan los multimedios. Se emite en argentina por Canal 7.





lunes, 17 de mayo de 2010

Humor anatómico.

Las partes más famosas del cuerpo humano han sido:

El Talón de Aquiles, la nariz de Cleopatra, las piernas de la Mistinguette, la palma de Mallorca, el pie de Atleta, la mano de bleque, el ojo del amo, la cara de piedra, el pelo de zonzo, la Garganta del Diablo, el ojo de la tormenta, la nuez de Adán y el culo del mundo.

César Bruto, experto en el tema, explicaba que el abdomen es la parte situada entre el tórax y la pelvis, de gran utilidad para guardar un montón de órganos que no podrían estar en otro sitio.

De la parte de afuera, lo más interesante que tiene el abdomen es el ombligo, que lleva siempre una persona alrededor. Eso sin despreciar los ya mencionados tórax y la simpática pelvis, sobre todo cuando la vemos en determinados cuerpos femeninos.

Hemos avanzado mucho en esta materia y dentro de poco estaremos en condiciones de obtener la estructura genética de una buena persona. Todavía no se sabe seguro cuando ocurrirá, pero será sin duda antes que hayamos definido qué es una buena persona.

No sólo la ingeniería genética ha progresado. También los trasplantes, aunque los especialistas aún no han sido capaces de hacer de tripas corazón.

Los cardíacos no son gente de buen corazón y éste es un órgano que cuando suena, para a toda la orquesta. Observemos que el corazón trabaja mientras la vesícula se la pasa haciendo cálculos. Pero no se preocupen por el corazón, les va a durar toda la vida.

Sabemos que el hombre que tiene corazón de oro, músculos de acero, voluntad de hierro y pies de plomo, puede especializarse en mineralogía, y al de cabeza de chorlito, cara de perro, vista de lince y estómago de avestruz, le va a resultar conveniente dedicarse a la zoología.

No es fácil saber mucho sobre medicina, más aún considerando la cantidad de órganos que hay, pero nos consta que el que pierde el ojo derecho tiene la mirada siniestra, que los especialistas en enfermedades nerviosas no tienen pacientes, que los dermatólogos van derecho al grano y que si el cerebro fuera tan simple para comprenderlo, nosotros seríamos tan simples que no los podríamos comprender. Sin embargo, los no iniciados en el arte de Hipócrates, algo han avanzado.

No ignoramos que una hemiplejia es grave según del lado que se la mire y que el lugar más seguro para encontrar una mano que nos ayude, es en el extremo de uno de nuestros brazos.

Siempre nos quedan algunas dudas, por ejemplo:
¿Cómo harán los médicos chinos para diagnosticar la ictericia?
¿Cómo se presenta la palidez en los enfermos africanos?

En los últimos tiempos hemos aprendido varias cosas: Las várices son venas que se quieren hacer ver, que la vejez es mejor que estar muerto y que la definición de enfermo terminal puede provenir de terminar mal.

Además un descubrimiento trascendente: todo aquello que el médico no consigue curar se llama virus, que viene a ser el hijo del matrimonio formado por un microbio y la nada.

En definitiva la vida es dura y no dura.
Viene a ser una sucesión de agujeros.
El último con tapa.
Colaboración: Mirtha T.

martes, 4 de mayo de 2010

Política, políticos, y opiniones

por Marcelo Castro Corbat*

Las últimas seis décadas estuvieron dominadas políticamente por el peronismo con el eslogan de la Justicia Social, ya sea estando en el gobierno o, siendo oposición por el poder de la corporación sindical y de los ideólogos imberbes infiltrados, para decretar huelgas que paralizaban el país, cometer crímenes, generar la guerra interna e impedir el ordenamiento de la sociedad. En los años 40 los salarios eran de los más altos del mundo; en el 2010, son de pobres. Se dilapidó la riqueza nacional y la Justicia Social es una utopía.
Los Justicialistas no hacen nada para mejorar los salarios; no pueden hacer nada, porque sus banderas producen la pobreza del pueblo. El gobierno y la corporación sindical vociferan defender el salario, pero aumentan apenas su valor nominal con el índice de inflación oficial. Como el índice es falso y el aumento sufre deducciones por cargas sociales, con el salario neto de bolsillo que recibe, el asalariado termina siendo mas pobre. Es una perversidad.
Los asalariados son personas trabajadoras que legítimamente aspiran a prosperar, y mejorar sus ingresos más arriba de la inflación, no a seguir viviendo en la pobreza. Esto lo lograrán si se genera riqueza, aumentando las exportaciones, la inversión privada, la producción de bienes e incorporando tecnología. Está en la mano de los argentinos hacerlo, pero no es la política que responde al eslogan de Justicia Social.

*Dr. Marcelo Castro Corbat - segundarepublica@fibertel.com.ar
Fuente: Justicia Social y Salarios

Analizando el texto, surgen algunas preguntas:
¿A que se designa "Peronismo"? ¿A lo implementado por Perón 1 (1945) o Perón 2 (1974)?
¿Al menemato, con teorías orquestadas por Joe Martínez de Hoz o Mingo Cavallo?

Cuando menciona "generar la guerra interna", ¿significa Montoneros o la Revolución francesa? ¿Qué opciones tienen los pueblos para protegerse de los gobiernos que lesionan sus derechos?
La respuesta "con el voto", quedó demostrada ser una falacia.
En el lapso 1976/1983 gobernaba la "derecha" por medio de la dictadura; y hubo 29.999 muertos (no pongo 30.000 porque fue desmentido), y se cometieron toda clase de atropellos, asesinatos y crímenes. ¿O no?

La recetas "se genera riqueza, aumentando las exportaciones, la inversión privada, etc.", fueron las que nos condujeron al vaciamiento, endeudamiento y default del país.

Sin importar el nombre del partido, lo que cuenta es SI HAY REPARTO de la riqueza generada (según el aporte de cada uno) o solo queda en manos de los grupos poderosos.

¡¡¡Qué casualidad!!!
Esto nos remite a 1789, la Revolución francesa, y su eslogan: "Libertad, Igualdad y Fraternidad".

¿O no?...